4 ago 2006

Biografía de Jean- Jaques Brounet-


Amada imaginación,
lo que más amo en ti
es que jamas perdonas


André Breton- Manifiesto Surrealista


Hace varios años se publicó la biografía de Jean- Jaques Brounet, uno de los mas importantes e ignorados pintores del surrealismo que dio la Francia de Breton.
“Mis días se vieron opacados por la belleza de los mundos que imaginé, y mas tarde creé en mis obras. El mundo ideal e imposible que, junto a André (Breton) imaginamos día a día”, asegura el pintor, que también aclara que esa parte de su vida, la onírica, puede ser vista en su obra, mientras que en el libro se limitaría a contar sus experiencias, verídicas y “terrenales”.
La vida de Brounet, como el afirma, estuvo infestada de tragedias. Su niñez, solitaria, la pasó en un orfanato parisino, ya que su madre murió durante el parto y su padre, desconsolado, se suicidó cuando Jean- Jaques tenía apenas siete meses.
Cursó sus primeros estudios en la escuela que tenía el orfanato, pero nunca se destacó por sus calificaciones, sino todo lo contrario, Pero a los 12 uno de sus profesores, Monsieur Vidquoc, pudo ver en él su talento en las artes, por lo que lo persuadió para dejar esa escuela y le consiguió una beca en la academia de las artes en Lyon.
Terminó la primaria bajo en padrinazgo de Vidquoc, quien lo preparo para rendir los exámenes libres del último año. Así, cuando cumplió 13, pudo ingresar en la academia.
Un año más tarde descubrió que el arte era el camino de salida a un mundo diferente, que lo alejaba de las “grises y desgarbadas paredes húmedas de ese departamento infecto donde morían las esperanzas de los recién nacidos, y donde nació una nueva generación de parias franceses”.
En Lyon vivía en un pequeño departamento que su beca le garantizaba junto a Paul Frenchet, un joven estudiante de la escuela de contabilidad, con el cual jamás pudo tener una buena relación. Brounet recuerda “La amistad con Frenchet era imposible. Yo soñaba con el mundo en colores, mientras que el lo pensaba en números”. La escuela de artes fue para él un pequeño oasis en medio de un desierto “demasiado poblado, claustrofóbicamente apretado y ridículamente egoísta”. De ella se recibió con honores a los 18 años, por lo cual ganó también una beca para la Universidad de Bellas Artes. Pese a esto, él era infeliz. Su vida eran sus cuadros, y sus cuadros eran su mundo. Lo demás, el exterior, abrumaba la mente de Brounet. No recuerda en las paginas de su libro a un solo amigo, mas que al tutor Vidquoc. “El mundo no fue hecho para los soñadores, y maldito el orden del mundo, que le da el liderazgo a ambiciosas hienas, carentes de color, tan vacías por dentro que el eco de sus viles pensamientos puede escucharse en sus traseros” sentencia el pintor en uno de sus párrafos. Durante 4 años dedicó enteramente su vida a la universidad, por lo que a sus 23 años, con el título recién logrado. ya se dedicaba a dar clases en la misma escuela que lo vio formarse en su adolescencia. Ejerció la docencia por dos años. En el segundo conoció a Marie Curie, una joven de 18 muy talentosa, de la cual se enamoró y (por eso, y por su talento) apadrinó y apoyó, hasta que le consiguió la misma beca que recibió el cuando terminó los estudios. Mientras Curie cursaba en la universidad, Brounet tuvo una oportunidad de mostrar sus obras en público. La oferta venía desde Nantes, donde se inauguraba un pequeño museo de arte. Pidió en la escuela un adelanto de dos sueldos para poder viajar a Nantes y transportar sus pinturas, se despidió de Marie y se fue en uno de los trenes mas baratos de Francia. El día de la inauguración el museo contaba la pobre cantidad de 5 visitantes. Uno de ellos era André Breton, el celebre escritor y pintor surrealista. A partir de ahí, una relación surgiría entre ellos. “Con André nos unió la utopía, no hubo amistad, solo sueños en común”, declara sobre el escritor. Un mes mas tarde volvió con casi todas sus obras de nuevo a Lyon. Solamente había logrado vender dos, una de ellas a Breton y la otra a “un ricachón que entendía tanto mi arte como yo su modo de vida”. Una vez establecido en Lyon, continuó pintando febrilmente hasta que se acabara el plazo de 6 semanas que había pedido de licencia en la escuela. Ese tiempo también lo aprovecho para volver a ver a Marie. “La distancia que hubo entre ella y yo fue un cuchillo que cortó nuestras sogas. Cuando volví ella no era la misma, o yo no era el mismo, pero sentí que, luego que la despedí en la estación del tren, no la vería mas”. Efectivamente, Marie se mudaría unas semanas después junto a su familia a París. Ni se despidió a Brounet. Una noche, insomne, comenzó a bosquejar lo que luego sería “el pánico del fuego” su obra más ilustre. En ella, el artista refleja todos sus miedos a través de los personajes sin cara, totalmente negros, que miran extasiados la fogata donde un hombre, con un ojo vendado y el otro en su mano, yace agonizando, con una sádica sonrisa. Una lágrima cae desde el ojo extirpado, mientras que en el lugar donde debería estar el hueco del ojo, hay fuego. El cielo, colmado de humo, parecería celeste. Pero la densa cortina no permite ver el claro firmamento. Desde una ventana, aparece un ave, que representa a Marie y a su fuga. Durante el tiempo de licencia también pintó otras obras, pero luego del “pánico” sentía que ninguna valía la pena, y todas fueron destruidas. “Le panique c’est moi” definió. El “pánico” fue su última obra conocida. Ese vacío provocó que Jean- Jaques cayera en una fuerte depresión, que lo sumergiría en vicios y adicciones. El alcohol y las drogas fueron el paisaje mas pintado de su obra, siempre destruida y nunca conocida. “Pinte cerca de 1000 cuadros que jamás se verán. Las llamas se apiadaron de ustedes, las llamas les salvaron la vida y no dejaron que vean al Diablo a los ojos. Esos retratos eran el Diablo, y mis paisajes, el Infierno”. Esta depresión se vio profundizada con la muerte de Breton. Ese día, Brounet escribió “no hay mas luchadores, el mundo me ha vencido”. Vivió 10 años más alejado del mundo. Solamente pintaba y destruía. Tomaba y pintaba, ergo, destruía. No volvió a dar clases nunca mas, ya que cuando quiso volver, su estado era tan lamentable que los directivos consideraron que no era un buen ejemplo para los jóvenes. Brounet escribe “No me interesaba conseguir el trabajo, solamente buscaba dinero. No pensaba dar las clases. Cobraría y desaparecería. Necesitaba materiales para pintar, y necesitaba cocaína” Vendió todos los muebles de su casa. Solamente se quedo con su colchón donde, a veces, dormía durante días, victima de narcolepsias. El 11 de julio de 19.. Jean- Jaques Brounet decidió abandonar este mundo. El último registro que se lee en su biografía es “El mundo siempre fue ajeno a mi. Mi mundo eran mis pinturas… Hace mucho tiempo que no pinto un cuadro, no tengo el dinero para comprar los materiales. Con el último dinero que me quedó compre pinturas, y reproduje en mi pequeña habitación el “pánico”. Solo falta el fuego. Solo falta la chispa”. Efectivamente, su departamento se incendió y Jean- Jaques murió dentro. Siempre se sospecho que él creo el foco ígneo, para suicidarse y dar así su última y mas terrible obra de arte…
El “pánico” fue real.

3 comentarios:

Dana dijo...

Parecía largo pero la verdad es que no aburre al leerlo. Uno de los mejores textos que escribiste, me parece excelente. Me encantaron las citas...
Te amo mucho, sos todo.

Anónimo dijo...

MUY INTERESANTE. Dentro de mi ignorancia no tenia idea de este personaje.
Buena eleccion.

besos querido!

Dana dijo...

"besos querido!", jajajajaja, estas bien bochi? te juro que estalle, jajaja
Te quiero!
Besos querida!