16 ago 2006

Vida Gris-


El cielo era un espejo de sus pensamientos. Turbio y gris, confuso. El sol se había escondido hacía poco, y las luces opacas de la calle eran la única vela en la insipiente oscuridad de la noche. Miraba por la ventana, miraba a nada en especial, intentando con sus ojos, espejos clarísimos de agua marina, contemplar algo invisible, la respuesta a todas sus preguntas, su vida. Miraba para afuera, pero en realidad, miraba en su interior. Veía como sus 25 años habían pasado demasiado rápido, como hoy, la soledad se había hecho su mejor compañera y como ella quería expulsarla de su casa, para quedar así verdaderamente sola, sin la angustia que la soledad trae consigo. Extrañaba un poco a algunos ex novios, y al mismo tiempo, quería prender fuego los recuerdos que los proyectaban en esa película íntima que estaba disfrutando, o sufriendo, solo ella sabría. Algunos eran tiernos, otros no tanto, otros nada. Todos tuvieron su por que, y todos están lejos, también por un por que, pensó.
Sacó el último cigarrillo del paquete, en un movimiento casi automático. Lo prendió y las primeras volutas de humo decoraron un poco el triste paisaje que veía. Gris asfalto lamido por opacas luces amarillas. Grises edificios confundidos en el horizonte vertical con el cielo. Un relámpago alumbró más claramente por un instante la calle, pero su luz la encegueció. Tras el, y como es costumbre, un trueno resonó en el firmamento, anticipando así la inminente tormenta que se desataría sobre la ciudad. Que hermosa la lluvia, pensó, el agua purifica.

Se empezaron a escuchar las gotas rompiéndose sobre el tibio asfalto. El ambiente se tornó algo denso, consecuencia de la humedad. Ella seguía, con los brazos apoyados en el marco de la ventana, mirando como la ciudad se empapaba lentamente, consecuencia de la fina llovizna que la impregnaba de a poco, alfombrando el paisaje de con un brillo insólito para el opaco asfalto.

El agua purifica, había pensado. Y sus pensamientos, desgarbados, surrealistas, habían comenzado a tomar forma. Su vida no la convencía. La soledad, las 8 horas de trabajo, la tele, el tabaco, las salidas monótonas, las parejas de ocasión, el transito, los energizantes, el Chat, ascensores, planchita, peluquería, ropa de marca, ropa de diseño propio, todo, todo inútil ahora. La angustia no se cambia con el look.

Necesitaba un cambio, una vuelta de 180º . Campo tal vez, el sur, dejar el trabajo, sola o con amigas, o con algún amor, emprender un viaje que dure quien sabe cuanto, sin saber adonde iba o venía. Relajarse, tomar el cielo como techo eterno de mi domicilio gigante, que es el mundo, pensó. Liberarme.

Se fue hasta la cama y se tiró violentamente contra el nudo de sabanas y ropa que había sobre ella. Apagó el cigarrillo y, mirando el cielo raso pensó, tengo que irme, lejos. Cerró los ojos fuerte, se imaginó tirada sobre el pasto en unas campiñas como pintadas por Van Gogh. Estaba en una especie de colina, a varios metros de un lago, sobre un campo sin alambrados, ni cableados ni asfalto. Esto es lo que busco, se dijo. Corrió y casi sintió en viento puro que le pegaba en la cara, pero un trueno le hizo abrir los ojos, y volver a su habitación. Volver a la soledad, las 8 horas de trabajo, la tele, el tabaco, las salidas monótonas, las parejas de ocasión, el transito, los energizantes, el Chat, ascensores, planchita, peluquería, ropa de marca, ropa de diseño propio. Todo inútil, todo lejos de ese paraíso que tan pocos segundos le duró.

2 comentarios:

Dana dijo...

Muchas veces me sentí así con ganas de desaparecer por un rato de lo cotidiano, dejar todo atrás. Por suerte, encontre a la persona que me ayuda a librarme de todo eso. Gracias por ser mi paraíso...

Diego Villa dijo...

gracias por pasar por mi blog dana!! y aguante Liniers!!