26 nov 2006

Liverpool está muy lejos-


Liverpool está muy lejos, y los tiempos de The Cavern acabaron hace ya mucho tiempo. John fue el primero en dejarnos, luego, mas de 20 años después, George fue el que luego de una larga agonía, que claramente no merecía, abandonó este planeta. Paul y Ringo siguen en pie, pero ya lejos de esa mística de la que alguna vez fueron parte. Ahora solo les interesa el dinero.
La noche en Buenos Aires esta nublada, y una bruma, muy inglesa, anega la vista de las pequeñas ventanas que me conectan con el exterior, tan gris y apagado como siempre a estas horas.
Es fácil viajar en el tiempo así.
Algunas veces imagino como fue todo. Como estos cuatro jóvenes creaban magia en algún sótano, en principio, y luego en grandes estudios, bajo influencias poco sanas.
Es políticamente correcto decir “me gustan los beatles” pero, ¿Todos los que aseguran esto de veras sienten a los beatles?
A veces pienso que no.
Intento mirar mas allá de la niebla, pero me resigno al instante. Es demasiado intensa para que mis ojos curiosos puedan pasar mas allá de esa densa pared.
Me acuesto en mi pequeña cama, tan llena de soledad como de costumbre, y pongo revolver para, como dije antes, viajar en el tiempo.
Ahí me encuentro con Luciana. Pasaron 12 años desde la última vez que la vi. El pelo negro bailando sobre sus hombros mientras, desquiciada, se movía al ritmo de She loves you, uno de esos temas tan mal vistos por la prensa que dice ser especializada.
Nos divertiamos mucho con ella. Tenía algunos años menos que yo, pero de veras no se notaba. Su filosofía de vida y su intelectualismo hacían de ella una chica de veras madura e interesante. Pero a no pensar mal, no era una literata aburrida, como (honestamente) prejuzgué en primera instancia, sino que era una chica verdaderamente divertida, con muchas ganas de vivir y de sentir cada instante que le tocaba.
Estaba verdaderamente enamorado de ella,
Vivíamos juntos en un pequeño departamento que, a fuerza de mucho trabajo de ambos, conseguimos alquilar en la zona de San Telmo. Tenía un hermoso ventanal, muy grande, que daba al Parque Lezama, donde pasaban nuestras tardes de verano, entre su guitarra y ella. Yo me sentía de sobra, como un espectador en una escena de amor en el cine. Era muy sensual verla tocando Something, lamentando cada nota entre sus dedos y escurriendo pasión en su cara. Después, habitualmente venía While my guitar gently whips, con la que presumía su talento. A veces también cantaba, y pese a que parecía una profesional, sentía mucha vergüenza de hacerlo.
Luego, cuando caía la noche, volvíamos a nuestro hogar para seguir escuchándonos, tanto en música como en charlas, o simplemente para callarnos, y mirarnos y besarnos mientras los 4 de Liverpool hacían de nuestras veladas la perfecta excusa para amarnos.
Pasábamos horas así, en un mundo cerrado, donde nadie mas que ella, yo y la música podían vivir. Todo desaparecía armábamos esta perfecta trinidad, tan cargada de tan diferentes pasiones. Todo era dionisíaco, sin formas, sin ningún rasgo humano. Todo puro instinto, pura pasión, pura embriaguez.
Luego, a las mañanas, nos separábamos en el desayuno para volver a vernos unas 10 horas después, de regreso a nuestro pequeño mundo. Ella era profesora de música en un conservatorio de la zona. Yo intentaba ganarme la vida como dueño de una pequeña disquería en una galería de Florida. Los discos ya no tienen tanto valor como antes. Internet hizo que el placer de escuchar música cambie de soporte. Pero trabajaba, dentro de todo, bien.
Las horas en las que no estábamos juntos a veces se me hacían eternas. Intentaba calmar mis ansias poniendo Sargent Pepper o Rubber Soul en la disquería, pero a cada momento, clientes con ascendente zodiacal en molesto me pedían que les ponga tal o cual disco, para intentar convencerse de que eso era lo que querían llevarse. La mayoría hits modernos sin demasiado contenido, sin nada de belleza ni pasión ni sentimientos, solamente estructuras predecibles que se continuaban una tras otra tras otra.
Cuando las horas pasaban y volvía a casa, siempre estaba ella, descalza, con las piernas cruzadas, sobre el sillón, leyendo o jugueteando con su guitarra, sacándole pequeños esbozos de melodías que alguna vez, vivía prometiendo, se iban a convertir en una hermosa canción de su autoría. Pero, como sabemos, la fuerte influencia que tenía hacía que su propio talento se viera velado por el ciego amor que sentía por los cuatro de Liverpool. Inconcientemente, siempre terminaba tocando alguna canción de ellos, con lo que se reía, y la seguía tocando, como si no le importase.
Pasaron los años y nosotros seguimos tan felices como siempre. Creo que fue hace 6 o 7años cuando ella terminó una lista de 12 temas con la que se presentó en una disquera, para comenzar un proyecto solista. Canciones muy hermosas, tan simples que cualquiera podría identificarse con sus letras. Recuerdo una que decía:

“ En la soledad tan triste,
En la mas eterna noche,
La tristeza se hace
cargo,
De los sueños del reproche”



Cuando terminó de grabar el disco quedo hermoso, pero no era adecuado para un mercado como el argentino. A ella no le importaba en realidad. Solamente quería cumplir ese sueño que tenía desde pequeña, cuando le pidió a los reyes magos una guitarra para poder tocar las canciones que le enseñaban en la escuela. Pero a la discográfica si que le importaba, por eso le propuso, si proponer en esta oración quiere decir obligar, que se instale en Londres, donde, pese al idioma, la música podría adaptarse mejor al ambiente.
Ella, atada por un satánico contrato, debió irse.
No nos despedimos, odiábamos las despedidas. Pero de verdad hubiese querido irme con ella, pero no podíamos hacerlo. Ella me juró que volvería apenas terminara con sus compromisos con la disquera, lo que le tomaría unos dos años con posibilidades de cinco, si su trabajo era bien valorado en Inglaterra.
Desgraciadamente, el trabajo si fue bien visto.
Nos escribíamos cartas, ambos enemigos del e mail, con muchas flores y ribetes estilísticos con los que intentábamos demostrar que, pese a los dos años que llevábamos separados, todo seguía igual. Pero cuando hablábamos por teléfono, cosa que no sucedía muy seguido, ya que ella casi no estaba en un lugar fijo, la distancia se hacía evidente. Largos e incómodos silencios decoraban de martirio nuestras conversaciones. Al final, solo duraban 4 o 5 minutos, mientras que las primeras no bajaban de la hora y media.
Y esta distancia fue la que me llevó a comenzar a salir con Julia. Nunca le dije nada a Luciana, creí que era inútil hacernos sufrir de ese modo. De todas formas, supongo que ella también estaría viendo a otra persona. Nadie se mantiene solo por tanto tiempo, ya sea por falta de afecto o por puro instinto sexual.
Julia era bonita, si. Pero no era Luciana. Pecaba de inocente y hasta algunas veces de tonta. Salimos durante casi dos meses, hasta que un día me dijo “deberías modernizarte y tirar todos esos discos antiquísimos”. Jamás entendió la música, victima de los movimientos y tendencias de la actualidad.
Una noche Luciana me llamo para informarme que lo nuestro estaba acabado. Que estaba por casarse con Leonard, un abogado de Manchester que la iba a ver todas las noches en el pub donde tocaba. Un abogado y Luciana, eso si que lo quería ver.
Me dolió. Muchísimo, pero no podía quejarme. Le desee la mejor de las suertes y la despedí con todo el amor que sentía por ella. La distancia había terminado con muchas cosas de nuestra relación, pero creó en mi esa idolatría estúpida que suelen tener algunos enamorados con sus parejas.
La llore mucho, la sufrí mucho, y de vez en cuando, como hoy por ejemplo, la sigo sufriendo.
Hasta hoy pasaron varias mujeres en mi vida, María, Andrea, Lorena y alguna mas que debo estar olvidándome. Todas parecidas a Julia, todas un cero a la izquierda para mi. Excusas para decirme a mi mismo “la vida continua” y confirmaciones que me aseguran “no sin Luciana a tu lado”
Sigue sonando Revolver, específicamente I want to tell you.

“I want to tell you I feel hung up but

I don't know why

I don't mind I could wait forever

I've got time”

Podría esperarte para siempre.

7 comentarios:

Dana dijo...

Extrañaba muchisimo tus cuentos y me acabo de dar cuenta ahora... Me encanta leerte

Anónimo dijo...

Pancho, bardeá otra vez a attaque dale?

dijo...

ayyyyyyyyyyyy danielito... la primera te la deje pasar, ahora ya me estas rompiendo las pelotitas. La verdad, no me parece que haya bardeado a attaque, sino que solamente dije la verdad. Una banda que llena obras rasguñando, con un disco peor que el otro desde mediados de los 90, repetitiva y muuuuuuuy lejos de lo que ellos dicen que es punk. cansaron. sacaron un disco horrible como otras canciones y, para ganar prensa, van a sacar un disco que se llama "pirotecnia autorizada", oportunisimo, no?, ideal posicion punk, anti prensa.
y paro aca porque me quede sin espacio...no vuelvas a romper las pelotas, y se feliz! :)

Nicolás Igarzábal dijo...

aguante attaque, careta

andá escuchar al gordo roñoso ese vos

dijo...

tenes razón, aguante attaque... no puedo creer que haya sido tan ciego de no ver el talento de esos cuatro chicos...

Nicolás Igarzábal dijo...

son 5: no te olvides de la labor imprescindible del Tucan en teclados, que seria de attaque 77 sin él!!!

Anónimo dijo...

pufffffff hermoso... hermosa historia,hermoso relato..