7 mar 2007

El hombre detrás de Francisco Andahar-

-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación
Hubo un silencio largo. Le pregunté:

-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa? Me contestó que si.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges.

El Otro, Jorge Luis Borges (El libro de Arena)

Este es el primer texto que escribo desde 1999, el último año del siglo XX. En ese momento, escribía para un señor que se hacia llamar Francisco Andahar. Si, no es extraño que lo conozcan, el vendedor argentino de best sellers, el hombre de la literatura nacional. Bueno, él era la cara. Yo era los cuentos. Su carisma y su buena relación con los medios lo habían transformado en una figura, lo que hacía que sus libros quedaran en un segundo plano. Compró premios, la editorial manipuló números y así se transformo en un héroe. ¿Lo que yo escribía?, no era lo mejor, pero como dije antes, a nadie le importaba. Trabajamos juntos unos diez años (es una forma de decir, creo que lo vi en persona unas 4 veces). De mi autoría (y con justicia lo puedo decir) son “las sombras de Azrael”, “mitos y verdades acerca de Verónica” y un par de libros de cuentos que realmente olvidé como se llamaban. Hasta que decidieron dejar de utilizarme. Al parecer, otro autor joven estaba en la mira de los editores, con un estilo completamente opuesto al mío. Claro, pensé, como todo autor, tiene que tener una nueva etapa. Me indemnizaron con un dineral para que no hablara y yo, obediente, no hable, hasta hoy, claro, que Andahar murió en un accidente hace varios años y el otro chico ya confesó toda la verdad. El buscaba escándalo evidentemente, y me nombró como “uno de los autores detrás del best seller” entre sus acusaciones. No me molesta confesarlo, pero, honestamente, no pensaba hacerlo. Durante los primeros 15 o 20 días los medios no dejaron de hablar del tema y me buscaron para que narre las tristes desventuras del “talento anónimo” detrás de la cara de Andahar. Hablé un par de veces por teléfono con algunos amigos que trabajan en diarios y nada mas. No quería tirar basura sobre un muerto, me parecía bajo. Además, trabajar detrás de su cara también fue mi elección. El dinero era muy bueno (me pagaban casi lo mismo que a Andahar) y nadie molestaba. Ya pasaron varios años desde su muerte (¿dos?,¿ tres?), así que aprovecho este medio para decir toda mi verdad acerca de los años que “compartimos”. Cuando comencé a trabajar para el y la editorial Universo era un pequeño redactor de noticias, apenas trascendente en un diario casi anónimo. Siempre amé la literatura así que, entre mis bocetos, tenía algún que otro cuento que soñaba publicar. “Cartas desde el océano” se llamó mi primer obra, jamás aceptada por ninguna editorial, hasta que la presenté a Universo. Verdaderamente apreciaron mi trabajo. No por ese libro en particular, sino porque mi estilo, de alguna forma, era atractivo. Pero (y los peros son clásicos en este medio) yo no era nadie. Así me ofrecieron, en riguroso secreto, comenzar a escribir historias para presentárselas. “La guerra de Dios” se llamó la novela que les ofrecí unos seis meses después. Esta obra tuvo bastante aceptación entre los editores, pero faltaba algo, así que con rigurosas correcciones, esa novela se convirtió en “la sombra de Azrael”. Como todo autor que se precie, los cambios no me pusieron nada feliz. No los acepté y les dije que podían quedarse con la obra, y si querían publicarla, que lo hagan, pero yo no quería figurar como autor. Así apareció Andahar en la historia. Bajito, barbado y con una histriónica voz se me presentó como “la persona que se hace pasar por vos”… No me cayó mal, parecía un tipo simpático, así que no tuve problemas en “dejarlo ser yo”. Como dije antes, me desprendí completamente de esa obra, acto del cual me arrepentiría cuando “la sombra…” fue catalogada la mejor novela del año, la más vendida y uno de los libros candidatos al mayor premio editorial del País. Como todo veneno tiene su antídoto, poco después de la publicación de la novela, comencé a trabajar como profesor de medios en una escuela. Enseñar siempre me había gustado, y la verdad, el curso que me tocó en suerte estaba muy interesado en mis clases. Además, sentían en mi a un compañero más, ya que la diferencia de sus edades con la mía era de apenas unos 5 o 6 años. Después de varios meses de clases, me llamaron de Universo para escribirle otra novela a Andahar. Mi reacción fue rotundamente negativa, hasta que me dijeron que la cifra que yo cobraría tenía varios ceros, y que las regalías eran ad infinitum. Así, empecé con un libro de cuentos, que no recuerdo su nombre, pero que tenía un estilo algo oscuro, similar al de “la guerra de Dios”, o “la sombra de Azrael”, como prefieran. El libro se publicó unos meses después de que yo lo entregara y, como se esperaba, fue un éxito de ventas. Hasta me llegue a enterar que en algunas escuelas lo usaban para que los chicos (15, 16 años) lo lean… Verdaderamente no era mi obra mas inspirada, pero bueno… Literatura regurgitada pedían, literatura regurgitada tenían. Durante los meses siguientes, como desde la editorial ya tenían conocimiento de que yo no quería volver a escribir así, me pedían cada tanto cuentos cortos, que luego recopilarían, y así nacieron dos libros mas, de cuentos, Uno era “mitos y verdades…”, el cual ganó el premio “Letras Nuevas” de España, y del otro no recuerdo el nombre, pero paso con menos trascendencia que el anterior. Esos serían mis últimos trabajos para Andahar. Luego de cobrar lo que me correspondía de la última recopilación, me dieron a conocer que no seguiría escribiendo para el, ya que habían encontrado un joven talento con un estilo opuesto al mió que me reemplazaría. Sin inconvenientes, lo acepte y le enseñé como funcionaba esto. Este chico escribió uno o dos libros, de moderado éxito y después Andahar murió, dejando tras el una estela de escándalos que, desgraciadamente, me involucraba. Durante el tiempo que esto duró, críticos literarios me nombraban en sus notas como “el verdadero Andahar” y siempre esperando un nuevo libro firmado bajo mi nombre. Irónico… querían algo autentico, y me llamaban como otra persona… Pero, en principio, lo deje pasar. Luego, la bola de nieve creció, y ya mi nombre aparecía como Andahar directamente, entre piadosas comillas. Intente hacerles entender que mi nombre es M…, y que lo que yo hago no se parece a lo que hacía para él, pero solamente logré despertar la curiosidad de ver “el nuevo estilo que hubiese tenido Andahar”. Aguanté esto durante un año aproximadamente, hasta que, hace dos meses, cansado de las preguntas estúpidas, contraté al chico que escribió para el malogrado autor, para que me haga una novela para mi. Le ofrecí tanto dinero que me juró callarse de por vida… pero de verdad, eso no me importa. Hoy, que escribo esto, la novela se esta por publicar. “Invierno” se llama, y creo que va a ser un éxito de ventas. Siempre son éxitos los libros de autores muertos. Porque, todos sabemos Andahar murió y yo, el verdadero Andahar, según la critica especializada, va a morir esta noche, después de poner el último punto en este texto. Ya le corte los frenos al auto para evitar inconvenientes. Voy a manejar hasta donde volcó Andahar y así crear el mito del best seller del desaparecido. Y así alimentar la necrófila fantasía del autor que murió dos veces. Porque yo, para todos, soy Andahar.

1 comentario:

Dana dijo...

Wooow, me encantó. La verdad no me esperaba ese final, muy bueno. Felicitaciones!!! escribi más seguido che!

Te amo mucho lindo!!